La policía militar brasileña rescató a 23 migrantes cubanos que habían sido abandonados en Roraima, Brasil. Según reportes oficiales, los cubanos fueron encontrados la tarde del 9 de octubre en el municipio de Bonfim, cerca de la frontera con Guyana. Habían huido de la crisis económica y política de Cuba con destino al sur de Brasil, pero los traficantes (conocidos como coyotes) que los transportaban los dejaron en la carretera BR-401 al notar presencia policial. El rescate fue realizado por la 5ª Compañía Independiente de la Policía Militar de Frontera, tras una denuncia sobre vehículos sospechosos en la ruta.
Los migrantes fueron localizados ocultos entre la vegetación junto a la BR-401. Los traficantes habían abandonado repentinamente los vehículos al ver a la patrulla, dejando a los cubanos desamparados en un área boscosa.
Una vez rescatados, los 23 cubanos fueron escoltados hasta el puesto de la Policía Federal en Bonfim, donde recibieron orientación para regularizar su situación migratoria y solicitar refugio.
Las autoridades calificaron el hecho como “promoción de migración ilegal” y abrieron una investigación para identificar a los responsables del traslado irregular.
Procedimiento tras la detención
La Policía Federal en Bonfim brindó asistencia a los migrantes cubanos para tramitar sus documentos. Los agentes explicaron los pasos para solicitar refugio en Brasil, en cumplimiento de la legislación migratoria. Según la PM, se aplicaron los procedimientos estándar: los migrantes quedaron a disposición de la PF, recibieron asesoría legal y comenzaron los trámites correspondientes para regularizar su estadía. Este suceso subraya el esfuerzo de las fuerzas de seguridad por contrarrestar las redes de tráfico de personas y ofrecer protección a los migrantes que huyen de crisis humanitarias.
Este caso refleja un fuerte aumento en la migración cubana hacia Brasil. En el primer semestre de 2025, Brasil recibió 19.419 solicitudes de refugio de ciudadanos cubanos, un 60.8% más que en el mismo periodo de 2024. De hecho, los cubanos se han convertido en la nacionalidad con más peticiones de asilo en Brasil, superando incluso a los venezolanos. Sin embargo, la tasa de aprobación de estas solicitudes es muy baja: entre enero y junio de 2025 el Comité Nacional para los Refugiados (Conare) aprobó solo 2 solicitudes de cubanos, rechazó 9 y archivó más de 10,900 expedientes. La falta de vías legales seguras en Cuba impulsa a muchos ciudadanos a migrar a países vecinos, pese a los riesgos asociados.
Rutas irregulares y peligro de los coyotes
La mayoría de los cubanos que llegan a Brasil lo hacen vía terrestre por la región Norte, empleando rutas a través de Guyana, Surinam y Guyana Francesa. Puntos fronterizos clave son Bonfim (Roraima) y Oiapoque (Amapá). En estas travesías, los migrantes dependen de redes de traficantes (coyotes) que cobran sumas elevadas y los exponen a situaciones peligrosas. Al notar presencia policial, estos traficantes suelen escapar y dejar a los migrantes en lugares remotos, tal como ocurrió en este caso. En entornos selváticos, la falta de agua, comida y protección vuelve sumamente precaria la situación de quienes caminan a pie o sobreviven en la intemperie.
Además, la ausencia de opciones legales empuja a muchos cubanos a tomar rutas clandestinas. Las autoridades advierten que la “seguridad en peligrosas travesías por rutas selváticas, a merced de redes de tráfico humano” pone en riesgo la vida de los migrantes. El operativo en Roraima ilustra la vulnerabilidad de estas personas.
Implicaciones y perspectivas
La detención de estos 23 migrantes cubanos subraya la inseguridad de las migraciones irregulares y la creciente demanda de refugio en Brasil. Autoridades y organizaciones de derechos humanos señalan la necesidad de ampliar canales legales y reforzar la vigilancia fronteriza. Mientras tanto, cientos de cubanos continúan arriesgando sus vidas en la ruta del norte de Brasil, en algunos casos con la esperanza de reanudar el viaje hacia otros países sudamericanos o Estados Unidos. El fenómeno migratorio cubano —impulsado por la crisis en la Isla— mantiene a Brasil en alerta, en especial en fronteras como Roraima. El rescate en Bonfim es un recordatorio de que, aunque interrumpidos por la policía, estos trayectos peligrosos persisten y requieren respuestas políticas y humanitarias integrales.

